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martes, 3 de febrero de 2015

Animales Homeotermos - El frío rompe las reglas



Animales Homeotermos - El frío rompe las reglas
Animlaes Homeotermos
Rompiendo Reglas

En algunas regiones de la Tierra el frío domina durante todo el año. En las latitudes mediterráneas, donde alternan las estaciones, los días más crudos del invierno y sobre todo la llegada de la nieve cambian muchas de las reglas del juego en el funcionamiento de la naturaleza.






Hay que sobrevivir
 
Animales Homeotermos
Rompiendo Reglas A Temperaturas

Recordemos aquellas definiciones del libro escolar de Ciencias Naturales: los animales del oceano "de sangre fría" se entumecen y su temperatura corporal baja cuando lo hace la ambiental; en los de "sangre caliente" la temperatura del cuerpo se mantiene constante aunque haga mucho frío en el exterior.

Básicamente lo anterior es cierto, aunque es más exacto hablar de animales homeotermos, estos últimos capaces de regular su calor interno, y de poiquilotermos, los de la llamada sangre fría, que no disponen de mecanismos tan perfectos.

A lo largo y ancho de la escala animal sólo somos homeotermos los mamíferos y las aves. La evolución nos ha dotado de un excelente aparato circulatorio que funciona como un circuito de "calefacción central", y de algunos mecanismos curiosos, como el tiritar, que consiste en la contracción refleja y simultánea de numerosos músculos superficiales para producir calor; o en el sentido contrario, la capacidad de sudar para que el líquido vertido sobre la piel se evapore y así la refrigere.

Pero presentan importancia especial las plumas de las aves y el pelo de los mamíferos. Permiten retener el calor corporal y son magníficos aislantes, especialmente las plumas, uno de los mejores inventos de la evolución, ya que combinan la ligereza, que permite el vuelo, y una gran capacidad de retención de aire cuando se erizan, con lo que el ave aparece "embolada".

Comer es fundamental

Después de una gran nevada o cuando las temperaturas bajan de cero es fundamental ingerir algún alimento muy energético y ello puede ser extremadamente problemático. Comer en las primeras horas de la mañana puede ser de vida o muerte, y ¿dónde se ha escondido la comida cuando todo está cubierto por la nieve?

Algunos arbustos que fructifican precisamente en invierno resultan decisivos a la hora de ofrecer algo que comer: las bayas rojas del acebo en el sotobosque son un seguro de vida para muchas aves y pequeños mamíferos, de manera que estuvo perfectamente justificada la prohibición de corte de ramas de esta planta para servir de adorno navideño cuando el abuso de su tala amenazaba con hacer morir de hambre a tan ávidos y numerosos comensales.
Los pequeños pájaros insectívoros que no han emigrado pueden pasarlo muy mal en estos momentos y se las ingenian como pueden. Son célebres los carboneritos de las Islas británicas que aprendieron a agujerear el tapón de las botellas que el lechero dejaba en la puerta de las viviendas para tomar unas gotitas salvadoras como "desayuno". Adaptarse o morir, esa es la cuestión.

Las autoridades urbanas suelen establecer prohibiciones sobre la costumbre de alimentar a las aves en las ciudades, y tienen razón a la hora de evitar plagas y deterioro en los edificios, pero cuando todo aparece nevado en muchos lugares se hace excepción y se suministra a los pájaros un "maná" salvador en forma de cacahuetes, bolitas de mantequilla o incluso mezcla de granos que se encuentran en el comercio al lado de los alimentos para los canarios y otras aves domésticas. Sólo se trata de suministrar una ayuda que salve la vida de los animales de agua hasta que las condiciones mejoren.

Cambian las reglas de la caza

Por regla general los cazadores tienen ventaja sobre sus presas cuando el frío y la nieve imponen su ley. Muchas de estas últimas basan su supervivencia en la velocidad de huida, y no se corre igual sobre tierra que sobre nieve. Ahora influye el peso específico además de la masa corporal, de manera que un herbívoro normalmente veloz puede atascar sus patitas y ser alcanzado desde tierra o por el aire. Las rapaces y algunos cánidos juegan ahora con ventaja, y los cazadores humanos suelen incluir entre sus reglas de honor no abusar en estos momentos de sus presas.

Algunos depredadores de tamaño medio o normalmente oportunistas, como las urracas o los zorros se encuentran a sus anchas al atrapar pajarillos ateridos de frío y torpes por la inanición. Es muy desagradable presenciar sus banquetes, por ejemplo sobre los gorriones en plena ciudad, pero sobrevivirán los más listos o los más fuertes y dentro de unas cuantas jornadas todo volverá a la normalidad.

Las mascotas y el frío

Los perros no temen al frío y disfrutarán igual de sus paseos diarios. La nueva moda de vestirlos puede parecer en algunos casos exagerada, pero si consideramos que pasan buena parte del día en habitaciones con calefacción, y que no están aclimatados a la intemperie, tampoco hay inconveniente en protegerlos durante sus salidas. El verdadero problema vendrá en el verano, cuando puedan sufrir un golpe de calor si salen a pasear en las horas centrales del día. Ahora jugarán felices entre la nieve, romperán el hielo para bañarse y se mostrarán especialmente activos.

Los pájaros domésticos sí necesitan protección y no deben dejarse a la intemperie, salvo en terrazas semicubiertas bien protegidas y siempre que estén aclimatados y vivan allí de manera habitual. De todas formas no está de más proteger las jaulas para evitar la helada y no sacar nunca al exterior en invierno a los pájaros tropicales.

Los pequeños mamíferos, como los hamsters, suelen estar menos activos, y si la casa no tiene calefacción no es raro que entren en un estado de semiletargo. Los gatos habitualmente amigos de la comodidad no deben soportar el frío, ya que algunas de las principales enfermedades que les afectan suelen tener como entrada las vías respiratorias.

Y también en los días invernales ocurren cosas extraordinariamente agradables. Los búhos reales se enamoran y forman parejas precisamente ahora, y más aún: las osas aprovechan estas jornadas para, semidormidas, dar a luz a sus oseznos en lo profundo de sus oseras. El frío no puede con la fuerza de la vida.

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